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Mostrando las entradas de julio, 2014

Escribir es como follar

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The Kiss, Auguste Rodin - Musee Rodin Escribir es como follar: cada quién tiene su estilo, todos lo prefieren de alguna forma, hay quien lo goza y lo hace asiduamente. Hay quienes jamás lo han hecho. Hay quienes lo hacen extraordinariamente bien y quienes no tienen ni puta idea. Existen quienes les gusta alardear sobre ello, hacerlo en público o pretender que lo hacen. Quienes buscan desahogarse o mera lujuria.  Sí, es como tener sexo. Una actividad íntima y personal que cada uno que la práctica elige cómo hacerla. Con violencia, con pasión, con ternura, con desdén, con delicadeza, con locura. Una actividad que yo prefiero hacer en privado, con la luz prendida, acariciando las teclas o pasando mi lápiz o mi pluma dejando una huella en el papel; casi siempre con la ilusión de que sea algo interesante, placentero, trascendente.

Trascendencia

Doña Georgina se despierta siempre temprano. La costumbre se ha arraigado mucho en ella, le resulta imposible dormir hasta después de las 10. Una vida de rutina y horarios que se ve grabada en su organismo. Desayuna algo, dependiendo de que tan desganada esté para prepararse algo, ya sea cereal o huevos, o a veces del refrigerador toma algo, sin siquiera estar en un plato (pedacitos de queso y salchicha que se come así, sin mayor ceremonia). El televisor lo prende desde que sale del cuarto, un poco de acción de fondo para una vida sin grandes ruidos propios. A veces viene su hija para llevarla al médico (la rutina que parece darle variedad a lo cotidiano). Esa misma hija es la que se encarga de mantener el refrigerador lleno, aunque casi siempre lleva comida ya lista cuando se queda a comer. Se acomoda en su sillón y ve las novelas de la tarde, conflictos familiares expuestos y la puesta en escena de supuestas vidas reales. De pronto son casi las 7, no se había percatado lo muc