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Mostrando las entradas de noviembre, 2011

La prolífica carrera de un artista.

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Ahora mismo, mientras recordaba el por qué me gusta dibujar, vino a mi mente el inicio de uno de los libros más maravillosos que he leído,  El principito . El Principito A diferencia del buen de Saint-Exupéry, que se vio obligado a estudiar Geografía y demás ciencias aburridas, aunque muy importantes, de los adultos, dejando de lado una prolífica carrera como dibujante; yo tuve la suerte de ser animado por los adultos de mi rededor a seguir dibujando. Y tenían razón mis adultos, animándome a base del talento nato demostrado en rotundas piezas de arte, como lo fueron hombres abstractos, representados en lineas y circunferencias (vulgarmente conocido como palitos y bolitas) de tal calidad surrealista y emblemática que se escapaba al alcance de maestros del expresionismo. Así, poco a poco, motivado por el talento innato de quien puede abstraer la belleza del mundo en unas cuantas líneas, me fui volviendo el gran artista dibujante, y filosofo, en el que hoy estoy convertido

Universitarios a la cero

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Pitágoras Por alguna extraña razón, el otro día, estaba escuchando la conversación de unos compañeros de colegio. La  Universidad está cerca, y todos queremos estar preparados para ser admitidos, con todo lo que ésto implica. Sobre lo que platicaban mis compañeros era básicamente que no entendían el por qué un número elevado a la 0 (exponente cero) es igual a uno . De no ser que ya habían tocado la campana, y tenía que hacer mi oficio futbolístico del receso, con gusto les hubiese explicado lo que yo creo entender del tema. Que es, según lo que comprendí de mi papá, algunos profesores y leyendo un poco, lo siguiente: " Los exponentes son la forma de simbolizar la cantidad de veces que un número aparece multiplicando la unidad (uno "1") " -Según mi definición parafraseada. Por consiguiente: a^n = 1*a... n veces, Por ejemplo: 2^1 = 1*2 = 2, 3^2 = 1*3*3 = 9, 4^3 = 1*4*4*4 = 64. Siendo deducible, o empíricamente acordado, que al referirnos

Te recomiendo un Libro

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Cuando recomendamos un libro, lo que en realidad queremos compartir es la experiencia que nosotros vivimos con él, todo lo que sentimos; queremos compartir el proceso mental que experimentamos al leerlo. Se trata pues de ofrecer, o querer que sea así, lo que nosotros vimos en tal o cual obra. Sin embargo, no es del todo posible, por el simple y sencillo hecho de que todos somos diferentes, universos paralelos (algunos no tanto); por consiguiente, experimentamos y sentimos de diferentes maneras. Es pues que nuestro universo propio dictaminará como veamos y vivamos una experiencia en concreto, será nuestro propio mundo de ideas el que percibirá las cosas de acuerdo a su lógica. Y no sólo pasa con los libros, pasa también con todo lo que proyectamos, todo lo que externamos, lo que compartimos. Por eso, hay que recomendar libros, ofrecer experiencias, para que también lo sean para otros, a su manera.